La Regeneración por el Espíritu Santo
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TEMA: (La celebración de la Navidad)
TEXTO BASE – Mateo 1:23
Nacimiento de Jesucristo
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.
INTRODUCCION:
En muchos países el 25 de diciembre es un día festivo en el que millones de personas celebran el nacimiento de Jesucristo en Belén hace dos mil años. Bueno, al menos esto es la teoría, porque en la práctica, ¿cuáles son las ideas que realmente vienen a nuestras mentes cuando pensamos en la Navidad? Si somos honestos, para la mayoría de las personas, la Navidad evoca pensamientos que poco o nada tienen que ver con el nacimiento de Jesús.
En esos días muchas de nuestras ciudades se preparan colocando llamativos alumbrados en sus calles más concurridas, mientras que las familias hacen sus compras para el gran banquete en el que se degustarán los platos típicos de la Navidad. En las calles y casas no dejan de sonar los villancicos al tiempo que muchos adornan sus árboles de Navidad. Los centros comerciales ponen en marcha sus campañas de Navidad para atraer a los compradores que buscan regalos para sus niños, familiares y amigos. Por supuesto, no faltarán muchas personas disfrazadas de Santa Claus (Papá Noel) animando a comprar o recibiendo las listas de peticiones de los niños.
Y curiosamente, los vecinos y compañeros de trabajo, que normalmente nunca nos saludan, esos días nos felicitarán la Navidad muy sonrientes. También recibiremos montones de correos electrónicos con tarjetas navideñas de felicitación decoradas con muñecos de nieve, árboles de Navidad o las siluetas de los magos de oriente viajando en sus camellos. En la televisión podremos ver programas especiales de Navidad; quizás algún concierto, programas de humor, musicales o espectáculos variados con los rostros más conocidos de la televisión.
Ahora bien, ¿realmente se hace todo esto en honor de Cristo? Lo cierto es que no. Todo indica que se trata de una fiesta más en la que se da culto al materialismo. Y aunque se habla del “espíritu navideño” que busca solidarizarse con los más necesitados, la verdad es que la mayoría sólo piensa en la diversión, los regalos, la comida y la bebida. Son muchos a los que le da lo mismo qué es lo que se celebra; no les importa si se trata de una fiesta de origen religioso como la Navidad o la Semana Santa, o una fiesta pagana como el Carnaval o Halloween. Ellos quieren divertirse y no quieren pensar en nada más. Y en medio de todo esto, el gran ignorado es el Señor Jesucristo. De hecho, no hay duda de que, si hay algún personaje central en la Navidad, ese es Santa Claus.
Es verdad que algunos hablan de conservar ciertas tradiciones navideñas, pero piensan en cosas que no guardan relación con lo que la Biblia nos enseña acerca de la Navidad: árboles de navidad, adornos especiales, regalos para cada miembro de la familia, comidas, bebidas y dulces típicos de navidad, los bastones de caramelo, tarjetas navideñas, cartas a Santa… De hecho, para entender lo que realmente significa la Navidad, tendremos que hacer un serio esfuerzo para desprendernos de muchas de estas tradiciones no bíblicas que se han ido acumulando a lo largo de los siglos y así poder volver a mirar con sencillez los relatos de los evangelios que nos recuerdan el Nacimiento del Señor Jesucristo. Esto nos debería llevar a un tiempo de reflexión para pensar seriamente en lo que Dios ha estado dispuesto a hacer por nosotros, y aun más, a rendirnos a él en adoración por todo ello.
El origen y significado de la Navidad
La Navidad es tiempo para celebrar con nuestra familia y amigos. Es el momento especial del año en el que recordamos el nacimiento de Jesús y reflexionamos sobre el gran amor que Dios tuvo con cada uno de nosotros al enviar a Jesús a este mundo. Cantamos villancicos, nos hacemos regalos y comemos juntos. Pero, ¿cómo se originó la Navidad? ¿Es en realidad una celebración cristiana? ¿Debemos celebrarla los creyentes?
En la antigüedad no se le daba importancia a celebrar el nacimiento de la gente. Por ejemplo, la iglesia primitiva hablaba sobre los milagros de Jesús, su vida, su muerte y resurrección, pero no hablaban de su nacimiento porque culturalmente no era relevante. En ese tiempo ni siquiera había que registrar a los niños cuando nacían.
Parece que la primera referencia al 25 de diciembre como el día en que Jesús nació se hizo cerca del año 336 d.C. Ese año el emperador Constantino declaró esa fecha como la oficial para celebrar el nacimiento de Jesús. Puede que la escogiera para que coincidiera con una de las fiestas más populares del Imperio, la fiesta del Sol Invencible. Sin embargo, no se sabe si lo hizo como un compromiso mezclando el cristianismo con el paganismo, o si lo hizo para aprovechar la fiesta y darle un toque cristiano.
Aunque el origen de la celebración parece mezclado con el paganismo, los cristianos han celebrado desde entonces el 25 de diciembre como el día en que Jesús nació añadiendo la lectura de las porciones bíblicas y cánticos relacionados con la natividad. Hoy día la festividad está llena de regalos, villancicos, comida y de reuniones familiares y, como hijos de Dios, podemos aprovechar para llevar el mensaje del amor de Dios y el gozo que tenemos en él.
¿Qué celebramos?
¡Celebramos que nació Jesús, nuestro Salvador! Aunque la fecha no sea exacta y el origen de la festividad no nos parezca muy puro, es lindo tener un día al año para celebrar que Dios nos amó tanto que no nos dejó sin opción de salvación. Él tomó la iniciativa enviando a Jesús a nacer, a vivir y morir por cada uno de nosotros. Gracias a su sacrificio y amor hemos sido adoptados como hijos de Dios y la época navideña nos da una oportunidad natural para compartir esta buena nueva con los que forman parte de nuestra vida.
Pero, cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. (Gálatas 4:4-5)
¿Debemos los cristianos celebrar la Navidad?
Es bien sabido que no encontramos un mandato bíblico explícito para celebrar la Navidad. ¿Eso quiere decir que es anti bíblico? ¿O habrá algunos principios bíblicos para celebrarla? Me parece que sí. Quisiera sugerir algunos.
- El ejemplo de los ángeles
Algunos dicen que la Biblia no da ejemplo de celebrar el nacimiento de Cristo. ¡Los ángeles mismos lo celebraron con un canto! “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace” (Lucas 2:13 y 14). Una de las formas en la que regularmente celebramos un evento es cantando. ¿Es el nacimiento de Jesús un evento digno de celebrarse? ¡Por supuesto que sí!
Cuando Jesucristo nació, el cielo festejó. Los ángeles lo hicieron con un canto, y siendo que los ángeles son mensajeros de Dios, y que solamente hacen lo que Dios les manda, podemos inferir que Dios también celebró el nacimiento de su Hijo. La Palabra nos manda celebrar las obras de Dios (Salmos 89:5; 145:4; Isaías 12:4), y ¡qué obra tan grande es el nacimiento de Jesucristo!
Por cierto, ¿cuál fue la reacción de los pastores al ver a Jesús? ¡Celebraron! “Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho” (Lucas 2:20).
- El ejemplo de los magos
Los magos llegaron tiempo después el nacimiento de Jesús (aunque Mateo no especifica cuánto tiempo). Quizás, en parte, llegaron después debido a que viajaron desde el oriente. Cuando llegan, se postran en adoración, indicando que reconocen a Jesús como Rey, y le ofrecen tres presentes: oro, incienso, y mirra.
Se pudiera objetar, “Los magos vinieron a adorar, no a celebrar”. Sin embargo, celebrar y adorar no son dos conceptos opuestos. Por ejemplo, este verso: “Y sucederá que todo sobreviviente de todas las naciones que fueron contra Jerusalén subirán de año en año para adorar al Rey, Señor de los ejércitos, y para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos” (Zacarías 14:16). Este no es el único ejemplo. En las siete fiestas judías, adorar y celebrar eran dos cosas que se hacían juntas. Entonces, por lo menos en las fiestas bíblicas, la adoración se hacía en el contexto de celebración.
Así como los magos, los creyentes debemos celebrar la Navidad como un tiempo de adoración. Si no hay adoración en nuestra celebración, nuestro festejo es hueco.
Los cristianos debemos celebrar el nacimiento de Jesús y agradecerle por su inmenso amor para con nosotros. Esto lo podemos hacer cada día. Nuestras vidas deben reflejar el gozo de la salvación y que el Espíritu Santo vive en nosotros y nos dirige.
Cada cristiano tiene que decidir delante de Dios si se une o no a la celebración del 25 de diciembre como día del nacimiento de Jesús. No debemos imponer nuestras convicciones, juzgar o acusar a los demás. Nuestras decisiones deben hacerse en oración delante de Dios y luego actuar en obediencia. También necesitamos respetar las decisiones de los demás.
Colosenses 3:17 dice: Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él.
Debemos hacer todo en el nombre de Jesús y agradándole a él. Gracias a Jesús somos salvos y perdonados, algo digno de nuestra gratitud y celebración.
La Biblia también dice:
Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días. Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones.
(Romanos 14:5)
Así que la convicción que tengas tú al respecto, mantenla como algo entre Dios y tú. Dichoso aquel a quien su conciencia no lo acusa por lo que hace.
(Romanos 14:22)
Tenemos libertad para escoger. Podemos celebrar el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre, otro día del año, o podemos celebrarlo cada día. Sea cual sea la decisión que tomemos, nuestra conciencia tiene que estar tranquila delante de Dios y el fruto del Espíritu debe fluir desde nuestras vidas reflejando el gozo profundo de sabernos amados y transformados gracias a que Jesús nació.
El nacimiento de Jesús en la Biblia
La palabra Navidad viene del latín “nativitas” que quiere decir nacimiento y durante los días navideños recordamos que Dios vino a este mundo y nació como un bebé. La historia bíblica la encontramos en Mateo 1:18-25 y en Lucas 2. Ahí vemos que Jesús no era un bebé común y corriente, él era Dios encarnado y venía con una misión específica: salvarnos de nuestros pecados.
Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. (Mateo 1:21)
El nacimiento de Jesús había sido profetizado de forma detallada. Por ejemplo, en Mateo 1 se hace referencia a una profecía de Isaías (Isaías 7:14) que anunciaba la concepción de la virgen y cuál sería la misión de Jesús: acercarnos a Dios.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel» (que significa «Dios con nosotros»). (Mateo 1:22-23)
Lucas 2, el nacimiento
En el segundo capítulo de Lucas encontramos más detalles sobre el nacimiento de Jesús.
El censo, la razón por la que María y José estaban en Belén (v.1-6)
Aquí se cumple la profecía de Miqueas 5:2.
¿Por qué Jesús nació en un pesebre? No había lugar para ellos en el mesón (v.7)
Un ángel del Señor se les aparece a los pastores, les da las buenas nuevas del nacimiento de Jesús y les dice dónde lo encontrarían (v.8-12)
Multitud de ángeles alabando y dando la gloria a Dios (v.13-14)
Los pastores visitan al niño Jesús y encuentran todo tal como les había dicho el ángel (v.15-19)
Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído, pues todo sucedió tal como se les había dicho.
(Lucas 2:20)
CONCLUSION:
“Si Cristo no se hubiese venido.” Un hombre tuvo un sueño en donde en tiempo de navidad habían desaparecido los adornos, las luces, no había campanitas de Navidad, ni coronas de acebo, ni Jesús para consolar, alegrar y salvar. Salió por las calles y no encontró iglesias con sus campanarios señalando hacia el cielo. Volvió a casa, se sentó en su biblioteca, pero todos los libros que hablaban del Maestro habían desaparecido. Sonó el timbre de la puerta y un joven le dijo que fuese a visitar a su madre que estaba muriéndose. Al llegar a la casa se sentó a la cabecera de la cama y dijo: “Tengo algo que podrá consolarla”. Abrió su Biblia para buscar una promesa, pero ella terminaba en Malaquías y no había ni Evangelio ni promesa de esperanza y salvación, así que lo único que pudo hacer fue inclinar su cabeza y llorar con ella con amargura y desesperación. Dos días después, se encontraba junto el ataúd de la mujer, conduciendo su funeral, pero no había ningún mensaje de consuelo, ni palabras referentes a la gloriosa resurrección, ni un cielo abierto, sino solamente “polvo y cenizas, “y una larga y eterna despedida”. Finalmente se dio cuenta que “Cristo no había venido” y comenzó a llorar amargamente en su sueño. De repente despertó, y un gran grito de gozo y alabanza salió de sus labios cuando oyó cantar al coro de su iglesia que estaba junto a su casa: “Venid, fieles todos, alegres y triunfantes, Venid, venid y marchemos a Belén Y al Rey de los Ángeles nacido veremos, Venid, adoremos a Cristo el Señor.
El día exacto del nacimiento de Jesús no lo sabemos muchos lo han calculado y aun lo siguen investigando, lo que es un hecho es que después de este suceso existe un antes y un después, en los libros de historia se abrevia A.C. (antes de Cristo) y D.C. (después de Cristo).
La Navidad es:
- Paz con Dios: si vivimos lejos de Dios no importa cuántas luces pongas y cuantos regalos des, nunca tendrás paz hasta que arregles tus cuentas con Dios.
- Paz con los hombres: aprovecha Navidad para perdonar a aquellos que te han herido y puedes hacer las pases con los que has herido.
El verdadero significado de la Navidad es reconocer a Jesús como el único camino para llegar al Padre, es reconocer que a través de la cruz del Calvario recibimos el perdón de pecados. La llave que abre la puerta de la bendición es Cristo, el mejor regalo que le puedes dar a Jesús es entregarle tu vida y entendiendo que la Navidad es más que una fiesta, es salvación, la Navidad es Jesús y el tiene buenas noticias para ti, tiene paz, gozo.
¡Amén!