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CÓMO PRESENTARSE ANTE UN REY
1. INTRODUCCION:
El perder la reverencia a Dios es algo que nos puede salir muy caro y el tener reverencia hacia Dios nos traerá bendición. En nuestro mundo hoy día no hay nada sagrado. En la actualidad se burla, se satiriza, se distorsiona y se mofa de lo que antes era sagrado. La reverencia es un tema bíblico que todavía tiene aplicación para nosotros, aunque estemos en el siglo XXI. El día de hoy quiero hablarles acerca de cómo presentarnos ante un rey, y más que un rey, al Rey de reyes y Señor de señores y la reverencia hacia Él.
Quiero que vayan conmigo a la carta a los Hebreos 12 y consideremos el versículo 28.
Lectura Base:
Hebreos 12:28 “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;”.
Dios bendiga Su Santa y Bendita Palabra.
Reflexionemos pues acerca de la manera en que nosotros, cada día, nos presentarnos ante nuestro Dios y Rey. Desarrollar una actitud de reverencia debe ser una parte importante del carácter cristiano, no solo con los demás, sino, en especial de cómo nos relacionamos con Dios.
Es necesario entender que el respeto que debemos tener a Dios, afectará para bien nuestras vidas y la de las generaciones que nos siguen. Dice el salmista en Salmo 45:17 “Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones; por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre”.
2. PRESENTARNOS ANTE NUESTRO REY
A. EL DOCTOR RAIMUNDO EDMAN:
El doctor Raymond Edman (Victor Raymond Edman (May 9, 1900 – September 22, 1967) was an American minister and author who served as the fourth president of Wheaton College in Illinois from 1941 to 1965), acababa de visitar a su Majestad Haile Selassie, emperador de Etiopía. Al regresar del viaje dio un discurso ante un grupo de estudiantes en teología.
En su disertación explicó lo que era presentarse ante un monarca. Contó el doctor Edman que antes de entrar a ver al emperador Selassie, pidió que le dieran instrucciones sobre lo que se esperaba de él, es decir, cómo presentarse ante su Majestad, cómo inclinarse y qué pasos dar antes de volver a inclinarse, cuál asiento tomar y cuándo sentarse. Resultó que, según el protocolo de Etiopía, no debía hablar a menos que le hicieran una pregunta, pues era el emperador quien dirigía toda palabra y decidía hasta cuándo prolongar la conversación.
Todo esto lo explicó el doctor Edman con el fin de compararlo con la relación que debemos tener con el Señor. Es Dios quien debe dirigir nuestra vida, quien debe decidir nuestros pasos y quien debe tomar la palabra —afirmó Edman—, porque Dios merece toda nuestra honra y todo nuestro respeto. Entrar a la presencia de Dios es mucho más importante que entrar a la presencia de un rey en este mundo.
B. EL PROTOCOLO REAL:
El protocolo real es el conjunto de normas encargadas de guiar y conducir todos aquellos eventos, actos o ceremonias en los que vaya a haber presencia de alguna casa real, ya sean los propios reyes los que acudan o cualquier otro miembro de su familia. Saber de qué manera deben organizarse y desarrollarse este tipo de actos, tanto en la teoría como en la práctica, es algo que tradicionalmente han controlado los mayordomos mayores de la corte o “chambelanes”, maestros por excelencia del protocolo real.
Y, aunque normalmente dicha normativa no es de obligado cumplimiento, e incluso puede ser más o menos rigurosa según el país o la casa real ante la que nos encontremos, lo cierto es que se espera y se requiere que la conducta que se tenga ante los miembros de la realeza sea siempre exquisita, como exquisitos son también los modales que la realeza muestra ante los demás.
C. 10 PROTOCOLOS PARA DIRIGIRSE A LA REINA ISABEL;
Aunque no existe un reglamento formal, ni ninguna consecuencia severa por no seguir el protocolo, algunas personas preferían apegarse a él para dirigirse a la reina de manera adecuada. El protocolo debía seguirse por los miembros de la realeza, así como por los que no pertenecen a ella.
1. Dirigirte a ella como “Su majestad” – Cuando saludas a la reina o al tener una conversación con ella la manera correcta de dirigirte es diciéndole “Su Majestad” y mientras avanza la conversación como “Señora”.
2. Hacer una reverencia – La reverencia puede ser con el cuerpo completo o solo con una ligera inclinación de cabeza.
3. La puntualidad – Los invitados de la realeza siempre deben llegar a tiempo y un poco antes que la familia real.
4. No hablarle a la reina a menos que ella se dirija a ti primero – Una de las reglas más básicas al interactuar con la reina es que no puedes dirigirte a ella, hasta que ella decida iniciar la conversación.
5. No tocar a la reina – Uno de los errores más comunes que cometen las figuras públicas es tocar a la reina. No puedes tener ningún tipo de contacto físico con ella y solo debes darle la mano para saludar si ella te la ofrece primero.
6. La primera conversación se lleva a cabo con la persona de su derecha – Cuando está en una mesa larga o en alguna cena, la reina acostumbra a primero hablar con la persona sentada a su derecha que es considerado como el invitado de honor. En el segundo tiempo de la comida pasará a tener una conversación con la persona sentada del lado izquierdo.
7. No irte antes que la reina – Los invitados de un evento no pueden irse del mismo antes de que lo haga la reina.
8. No darle la espalda – Es considerada una grosería el darle la espalda a la reina durante una conversación o un evento.
9. Tomarle fotos en eventos privados – Aunque es una de las mujeres más fotografiadas del mundo, la única persona que puede tomar fotos en eventos formales son los fotógrafos contratados por la Casa Real.
10. No hacer preguntas personales – El tema de conversación con la reina debe de ser algo muy casual. Nunca debes de entrar en temas personales para no hacer incómoda la situación.
D. DIOS ES EL REY SOBERANO:
Dios es el soberano Rey del universo, y como tal merece nuestra honra y nuestro respeto como ningún otro. Y no hay duda de que nos conviene entregarle a Dios el control de nuestra vida, de modo que nuestras decisiones estén de acuerdo con su voluntad y nuestras palabras sean fieles representaciones de lo que Él diría en nuestro lugar.
Sin embargo, Dios, no nos trata necesariamente como un rey o emperador trata a sus súbditos. Sabemos que en tiempos pasados el único que podía entrar en el Lugar Santísimo hasta la presencia misma de Dios era el sumo sacerdote, y ésto una sola vez al año. Pero todo cambió el día en que Cristo fue crucificado, entrando una vez y para siempre en el Lugar Santísimo al morir en la cruz para expiar nuestro pecado. Desde ese día cualquiera de nosotros puede entrar a la presencia del Rey del universo a cualquier hora sin previa invitación especial y sin tener que esperar a que Dios le dirija la palabra ni temer que Dios le ponga fin a la conversación antes que termine de decirle lo que quiere comunicarle. No importa si es hombre o mujer, rico o pobre, del llamado Tercer Mundo o del tal Primero, o que sea del color que sea.
Ahora tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo. Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con plena seguridad. Aprovechemos al máximo el privilegio de entrar en su presencia, de modo que sea tan estrecha nuestra relación con Él en esta vida que cuando llegue la hora de nuestra muerte, Él nos reciba y nos abrace, así como el rey más benevolente abraza al príncipe o a la princesa de su hogar y de su reino.
E. LA REVERENCIA A DIOS:
Mostrar reverencia por alguien o algo es sinónimo de venerar, respetar y honrar a esa persona o cosa. La reverencia comienza en el corazón y se manifiesta en las acciones. En la Biblia, constantemente se nos pide que reverenciemos a Dios, que también se puede expresar como “honrar” o “temer” a Dios. Primera de Samuel 12:24 dice: “Solamente temed al Señor y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros”. Cuando reverenciamos a Dios, se manifiesta en nuestras acciones al obedecerle y alabarle.
Tener reverencia por Dios significa que reconocemos Su señorío en cada área de nuestras vidas y obedecemos lo que Él ordena. Mientras estuvo en la tierra, Dios escuchó a Jesús “a causa de su temor reverente”, algo que nos permite saber que Dios también nos escuchará cuando oremos con un corazón reverente (Hebreos 5:7). ¿Cómo no vamos a tener reverencia cuando nos damos cuenta de que el Dios que creó el universo es el mismo que nos ama y nos salva (Hebreos 12:28-29)? Cuando reconocemos la santidad suprema de Dios y la complementamos con el reconocimiento de Su bondad y fidelidad hacia nosotros, la única respuesta natural que podemos tener es adorarle (Juan 4:24). Él es digno de toda alabanza (Salmo 95:1-7). Le agradecemos la gracia salvadora que nos ha dado, recibimos Su amor y le reconocemos como el Dios omnipotente por encima de todo.
3. LA REVERENCIA EN LA CASA DE DIOS
Pablo dice en, 1 Timoteo 3:14-15 – Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que, si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.
A. Dios demanda reverencia en nuestro servicio a Él.
Hebreos 12:28 Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
B. Dios exigía reverencia en el santuario.
Lev 19:30; 26:2 Mis días de reposo guardaréis, y mi santuario tendréis en reverencia. Yo Jehová.
Pablo le escribe a Timoteo a tener reverencia en la casa de Dios, es decir, lo exhorta a tener reverencia en la misma. Porque en la Casa de Dios está la iglesia del Dios vivo. Porque la Iglesia es el cuerpo de Cristo y la desposada del cordero. Porque el dueño de la Iglesia es un Dios Vivo.
C. LA REVERENCIA EN LA CASA DE DIOS
i. Antes del servicio.
1. Llegar temprano a la Iglesia para disfrutar de los momentos preciosos de oración y meditación antes del servicio.
2. Sentarse lo más cerca posible al púlpito, para disfrutar mejor del culto y para que los que lleguen tarde puedan sentarse en la parte de atrás sin distraer la atención de nadie. Ecl. 5:1
3. No llegar tarde, pero si en alguna ocasión, por alguna razón poderosa se llega tarde, si se está orando y leyendo la Palabra de Dios no se debe entrar al templo. Se debe esperar afuera. Luego se puede entrar de una manera comedida, sin ruidos, pues es lugar santo. Éxodo. 3:5.
4. No traer animales, ni juguetes u objetos ajenos a la adoración a Dios, pues es imprudente y distraen la atención.
5. Apague su celular. La tecnología no aporta mejor comunicación con Dios.
6. Sombreros, paraguas, ruanas deben quitarse antes de entrar al templo.
7. Vestirse y peinarse adecuadamente entendiendo que vamos a tener un encuentro con Dios.
8. Preparar Biblia, himnario, cuaderno y lápiz para anotar lo que Dios habla a su pueblo.
9. Disponer el corazón y el espíritu para así recibir la bendición del cielo.
ii. Durante el Servicio.
1. Durante el servicio se debe mantener una actitud atenta y reverente, tomando parte en el culto divino y en la adoración, por medio de los cánticos y de todas las partes del culto. Si hay alguien al lado que no tienen Biblia o himnario, se le debe invitar a compartir cortésmente.
2. Durante la predicación de la Palabra de Dios el oído y el corazón deben estar dispuestos a recibir el mensaje divino, pues la fe viene por el oír. Romanos 10:17
3. No divagar la vista por todas partes, ni mirar hacia atrás cuando alguien entra.
4. No sentarse incompuestamente en los asientos, ni con los brazos puestos sobre el espaldar.
5. No mascar chicle.
6. Es de muy mala educación y es una gran irreverencia hablar en medio del servicio.
7. Peor aún, pararse, caminar y/o salir del templo en el periodo del culto y más aún en medio de la predicación. (Por cualquier motivo)
8. Es cosa preciosa traer los niños a la iglesia, y todavía más precioso enseñarles la reverencia en la Casa de Dios desde que son pequeñitos. Si lloran intentar calmarlos sin robar la atención de los demás. Si lloran por motivos mayores, sacarlos (con total reverencia) y atender su urgencia. Es de muy mal testimonio sacar los niños del templo para castigarlos, regañarlos, cambiarlos o alimentarlos.
9. Los padres de niños bebés deben tomar altas precauciones para no caer en irreverencia en la casa de Dios. Es irreverente alimentar a los bebés en el templo.
10. Los niños deben ser instruidos en casa sobre el comportamiento en la iglesia, para no tenerlos que amonestar en la iglesia. En caso de presentarse una situación que amerite amonestación por parte de los padres a los niños, ésta debe hacerse con sabiduría y prudencia, sin distraer a los demás.
11. Si por algún motivo no escuchó o no entendió algo, no es prudente distraer preguntándolo al hermano próximo y mucho menos alzar la voz para preguntárselo al hermano que está en el púlpito.
12. A menos que el predicador lo permita, es irreverencia aportar, preguntar, debatir o contradecir en medio de la predicación.
13. En caso de presentase una situación extraordinaria, seguir las indicaciones del pastor o líder. Pero debemos abstenernos de fomentar risas, escándalos, pánico, etc.
iii. Después del culto.
1. Al terminar el culto es muy buena práctica saludarse cariñosamente, especialmente a los que vienen por primera vez y a los nuevos convertidos. Romanos 16:16; 1 Pedro. 5:14
2. No entablar charlas innecesarias pues sería profanar la Casa de Dios.
3. A la vez que es bueno saludarnos los unos a los otros, también es bueno salir lo antes posible, para llevar fresco en el espíritu el encuentro con Dios y su Palabra. Juan 4:23; 2 Timoteo 2:7.
4. CONCLUSIÓN
Desarrollar una actitud de reverencia debe ser una parte importante del carácter cristiano, en especial de cómo nos relacionamos con Dios y con los demás. Es necesario inculcar el respeto que debemos tener a Dios, que afectará para bien nuestras vidas y la de las generaciones que nos siguen. Dice el salmista en Salmo 45:17 “Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones; por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre”.
Una actitud de reverencia va más allá de un tiempo de alabanza. Es algo que debemos cultivar por medio del conocimiento y entrega a Dios. Debemos examinar nuestra vida, nuestra forma de hablar, de presentar el evangelio, la forma y las letras con que le alabamos. Nuestro maravilloso Dios nos invita a acercarnos y poner nuestras vidas en sus manos. Pidámosle que nos permita acércanos a él confiadamente, y con reverencia.