EL LAVADO DE LOS PIES – TRES ENSEÑANZAS
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Eternidad en el corazón
1. INTRODUCCION:
Muchas veces hemos escuchado hablar de la decisión que tomaron Adán y Eva de transgredir o desobedecer la ley de Dios, lo que los hizo quedar sujetos a la muerte y los separó de la presencia de Dios. La caída trajo la muerte física y la muerte espiritual al mundo. Y las consecuencias que eso nos ha traído a nosotros.
Si tienen una Biblia a mano los invito a que vayan conmigo al libro de Eclesiastés, capítulo 3. Estaremos considerando los versículos del 10 y 11.
2. LECTURA BASE:
Eclesiastés 3:10-11
10. Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11. Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
10. He visto la tarea que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que en ella se ocupen. 11. Él ha hecho todo apropiado a su tiempo. También ha puesto la eternidad en sus corazones, sin embargo el hombre no descubre la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin.
Dios bendiga Su Santa y Bendita Palabra.
Los invito a reflexionar conmigo en este evento tan importante. Hay algunas cosas que me gustaría compartir con ustedes.
3. LA ETERNIDAD DEL HOMBRE
El hombre no descubre la obra que Dios ha hecho desde el principio. Todos nosotros desde que nacemos, empezamos a morir. Somos como las flores del campo “por la mañana radiantes y al final del día se marchitan”. Sabemos que de cada 10 personas nacidas 10 personas van a morir.
En la porción leída nos menciona que Dios ha puesto la eternidad en el corazón del hombre. Este es un asunto importante que, nosotros, por lo general no tomamos en cuenta. Aunque está dentro del hombre, no lo reconocemos, el ser humano es la creación única a la imagen de Dios.
4. LAS CONSECUENCIAS
Así como Dios puso en el corazón del hombre la eternidad, también puso en el corazón del hombre unos mandamientos para que éste mantuviera una buena relación con Él.
A. Los mandamientos de Dios al hombre
Dios nos dejó una serie de mandatos o reglas para poder mantener una buena relación con el creador. Estos mandamientos se incluyen las tablas de la ley que Dios otorgó al pueblo através de Moisés. Estos diez mandamientos son bastante cononocidos, aunque pocos se cumplen al pie de la letra.
Veamos, piense sinceramente, le ha mentido a alguien? Por ejemplo al llenar la planilla, al solicitar alguna ayuda al gobierno, a sus vecinos, hermanos, amigos, a su esposa, a su esposo, etc. Otro de los mandamientos dice: no robaréas, y cabe preguntar, alguna vez has tomado algo que no te pertenece?, lo que sea, grande o pequeño. No darás falso tesimonio, alguna vez has hablado mal de alguien? Y nos faltan algunos: no matarás, no adulterarás, no tendrás dioses ajenos delante de mí, etc. Y aún no los he mencionado todos. El fallar en cumplir con estos mandamientos nos ha alejado de esa relación que Dios quiere tener con nosotros.
B. El pecado
La definición de pecado es fallar al blanco. Y todos hemos fallado al blanco, todos hemos pecado. En mayor y menor grado todos hemos cometido pecado, todos hemos fallado. Por lo tanto como dice el apostol Pablo en la carta a los Romanos: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,”; nos hemos apartado de Dios y de su presencia. Cuando le fallamos a los amigos, a la esposa, al esposo, etc., hay algo dentro de nuestro ser que nos acusa de haber fallado, es lo mismo que fallarle a Dios.
Podemos convertirnos en esclavos del pecado, cediendo al pecado y sirviendo a este “amo” (Tito 3:3 – “sirviendo a varios deseos”)
El peligro de ser esclavo del pecado es que muchas personas no saben que son esclavos del pecado (2 Tim 2:24-26).
Sin embargo, no estamos obligados a serlo. Nada ha cambiado esencialmente en los últimos 2000 años. Los hombres todavía eligen permanecer esclavos del pecado hoy.
No hay ninguna otra categoría de personas, solo hay “pecadores”, y todos formamos parte de este grupo. Entonces si buscamos las consecuencias del pecado, encontramos que, debido a que ninguno de nosotros está libre de pecado, todos estamos destituidos de la gloria de Dios. Aun sabiendo la diferencia que existe entre el bien y el mal, seguimos pecando. Eso es importante, porque no podemos salvarnos del juicio y la ira de Dios contra nuestro pecado, excepto cuando estamos sin pecado.
En Hebreos 9:17 dice: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”
Por lo tanto todos vamos a ser juzgados a la hora de partir de este mundo. En ese momento Dios decidirá para que lugar vas por el resto de la eternidad, a la Gloria de Dios o al infierno donde sará el lloro y el crujir de dientes. La gloria de Dios se comparte con los que están en Su familia, Sus hijos. Nuestro pecado, sin embargo, nos impide participar de Su gloria.
Pero hay solución a esto.
5. LA SOLUCIÓN
Ese es el estándar de Dios, y todos estamos destituidos de Su “gloria” debido a nuestro pecado.
La “buena nueva” es el evangelio de Jesucristo. En Juan 3:16 al 18 nos dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Mediante la fe en Cristo, podemos estar justificados ante Dios. Incluso estando completamente separados de la ley, podemos ser redimidos por el sacrificio expiatorio de la sangre de Cristo, la cual ha sido derramada voluntariamente por nuestro pecado.
Jesús vino al mundo a cumplir toda la ley, y a ser sacrificado en la cruz, para perdón de nuestros pecados. Este regalo de la gracia de Dios está disponible para todos. ¡Estas sí que son buenas noticias!
Dios quiere que esa relación que existía entre la humanidad y Él, sea reestablecida. Por lo que nos dio un camino a seguir.
6. LLAMADO
Ese camino a seguir se llama Jesucristo. En las familias pueden existir ateos, practicantes de otras religiones, drogadictos, alcohólicos, homosexuales, delincuentes, deambulantes, o personas que aborrecen al cristiano. Sin embargo, Dios se revela a estas personas esclavas del pecado; transformando sus vidas una vez que aceptan como único y personal salvador. Hay testimonios de personas que fueron homicidas, traficantes de droga, maleantes que causaron mucho daño a las víctimas de su maldad; que cuando Cristo llegó a sus vidas, todo cambió para bien y hoy testifican lo que Dios ha hecho, convirtiéndolos en nuevas personas alejadas del pecado.
Cuando yo decidí aceptar a Cristo como salvador, si sentí que mi vida dio un cambio a mejor, me sentí completo. Ya no sentía que algo me faltaba, sentí que ya no estaba solo, con una alegría por dentro que nada la puede cambiar, algo que quiero compartir con todo el mundo. Cuando des ese paso te darás cuenta de que vas a cambiar para mejor.
Yo te digo: arrepiéntete de tus pecados y acepta a Cristo como único y personal salvador.
7. CONCLUSIÓN
El hombre fue creado para tener una relación especial con su Hacedor, con la capacidad para comunicarse y gozar de su eterno compañerismo. Pensamos que todo termina cuando uno fallece, pero nos es así. El cuerpo fallece, pero el alma continúa su viaje a la eternidad.
Dios quiere que esa relación que existía entre la humanidad y Él, sea reestablecida. Por lo que te recomiendo que no pierdas la oportunidad de conocerlo verdaderamente. Date la oportunidad y acepta a Jesucristo en tu vida. Él con su muerte, su sacrificio en la cruz paga la deuda ante Dios de todos los que creen en Él.
Puedes acercarte y oraremos por ti.
Dios los bendiga a todos.
Referencias: