Eternidad en el corazón
November 11, 2024Reflexión: Del pesebre a la cruz
Lectura base: Isaías 9:6
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.
Introducción:
La representación del nacimiento de Cristo también se ha visto reflejada en los diversos periodos de la historia del arte, desde el romanticismo hasta la actualidad. En la fría Nochebuena del año 1.223, los vecinos de Greccio, un pequeño pueblo en Italia, se reunieron para representar el nacimiento de Jesucristo. Cada uno asumió un rol: uno era José, ella María, el otro Baltasar, y así, la única excepción fue el Niño Jesús, que no pudo ser representado por un bebé real porque el frío era intenso. Sin embargo, ahí estaban todos los personajes que presenciaron el inicio de una religión y que partió cronológicamente la historia en dos: antes y después de Cristo.
Detrás de la escenografía y la actuación del primer pesebre en la historia estuvo San Francisco de Asís, quien, inspirado en las lecturas de Lucas y por su visita reciente a Jerusalén, decidió que desde ese momento se debería celebrar la vida del Mesías, representando su llegada al mundo. Cada diciembre las familias cristianas se reúnen para construirlos. Francisco, por medio de esta representación, buscaba transmitir los valores y virtudes que enseña el nacimiento de Cristo a las familias y futuras generaciones; sin embargo, con el pasar del tiempo estos valores y virtudes han cambiado con el tiempo y con la sociedad.
Valdría la pena preguntarse sobre la permanencia de los significados y valores tradicionales dentro del ritual navideño, en un mundo donde aun las celebraciones más sagradas se rinden al dominio de la mercadotecnia; porque la tradición se ha transferido al árbol de Navidad y también porque el concepto de familia ha cambiado en los últimos años.
Y uno de los principales valores que transmite el pesebre es el de la unión familiar, claro, desde la visión cristiana del concepto de familia. Pero, más allá de la religión o de la difusión de los valores cristianos, muchas personas que han perdido la devoción religiosa retornan a la celebración de la navidad año tras año.
Entre los valores del pesebre están la unión familiar y la alegría del nacimiento de los hijos. La familia serían los pastores y las ovejas son el resto de gente que está al lado de uno. Además, la alegría de la unión traspasa fronteras, en referencia a los reyes magos.
Adviento y Navidad constituyen una unidad cuyo mensaje central celebramos con el nacimiento de Jesús, quien se nos revela en la historia humana, es el tiempo para recordar la manifestación del Señor, que la presencia de Dios en el mundo ya ha comenzado y a ver con esperanza lo que está por venir.
El nacimiento de Jesús tiene muchas cualidades, de las cuales podemos estar reflexionando por largo rato, entre ellas:
· El amor de Dios: El nacimiento de Jesús es un reflejo del amor de Dios, que se acerca a los necesitados, los enfermos, los niños del mundo y a cada ser humano.
· La generosidad: El pesebre nos enseña a ser generosos y a abrir la puerta a quienes más lo necesitan.
· La encarnación: El nacimiento de Jesús representa la encarnación única de Dios y la representación completa de la humanidad.
· La salvación: El nacimiento de Jesús posibilita la salvación de la humanidad.
· La misión de Jesús: Jesús vino a redimirnos de la muerte física y espiritual.
· El cuidado de los demás: Dios nació niño para alentarnos a cuidar de los demás.
· La alegría: La representación del nacimiento de Jesús es un anuncio de alegría y regocijo por el nacimiento del hijo de Dios.
Veamos algunas de estas cualidades:
El amor de Dios:
En el nacimiento de Jesús se refleja el amor de Dios por la humanidad, por cada uno de nosotros. En la figura de un niño se manifiesta la luz de Dios que acompaña a su pueblo y aviva la esperanza como expectativa presente y futura. Cultivar la espiritualidad de la Navidad, nos prepara para recibir al Hijo de Dios, al Salvador y Luz del mundo primero como persona y luego como comunidad.
En esta época del año, celebramos el nacimiento de un bebé fuera de lo común: Jesús. Y aunque debamos admitir que la fecha del 25 de diciembre no es la correcta para su nacimiento, no celebramos una fecha, celebramos el acontecimiento más importante desde la creación, un evento que alteró nuestra historia para siempre. La Navidad no solamente se refiere a ese evento de hace más de dos mil años, estamos hablando de Jesús, el que se volvió el Salvador del mundo, el que dió su vida para salvar la del prójimo y ese prójimo somos usted y yo.
Hay algunas actividades que nos ayudan a cultivar la espiritualidad de la Navidad, se pueden realizar de forma personal, familiar o comunitaria.
1. Preparar nuestro pesebre
La transmisión de los valores espirituales comienza en la familia. Armar un pesebre en nuestras casas antes de Navidad, significa actualizar la relevancia de la manifestación de Dios en el niño Jesús. Mientras los integrantes de la familia van armando el pesebre, se puede explicar el significado del nacimiento de Jesús y contemplar el deseo de Dios para dar la paz y su luz a toda la humanidad.
2. Acoger la ternura de la Navidad
El nacimiento de Jesús es fruto de la ternura de Dios. Su amor se acerca hasta lo sumo. Es ternura que opta por los necesitados, los enfermos, las viudas, los niños del mundo. El niño Jesús apenas nacido y acostado en un pesebre, nos invita a reflexionar: ¿Cómo acogemos la ternura de Dios? ¿Me dejo alcanzar por él, me dejo abrazar por él? ¿Extiendo mis brazos para abrazar a otros? Navidad es la oportunidad para pensar en una persona que hemos dejado de ver y comunicarnos; para orar por ella y expresarle que el Dios amoroso y nosotros estamos con ella.
También, Navidad es la oportunidad para fortalecer la paternidad y la maternidad con ternura, escuchando a los hijos, mostrando interés en sus opiniones, enseñándoles valores con cariño, ayudándoles a enfrentar sus miedos y temores, compartiendo tiempo con sus hijos, conversando y jugando con ellos.
3. Agradecer
Todos los días tenemos motivos para mostrar nuestro agradecimiento por todo lo que recibimos a diario, de Dios y de las personas que nos rodean. Navidad es el momento de reconocer y celebrar el regalo que Dios nos ha dado en Jesús y agradecer a las personas con las cuales convivimos: familia, vecinos, comunidad de fe y colegas de trabajo, etc.
4. Orar
La época navideña puede ser particularmente difícil para muchas personas: los enfermos, los que no tienen familia, los que han perdido el empleo o algún familiar cercano; pueden estar muy tristes. Navidad nos convoca para ponerlos en nuestras oraciones y reunidos en familia o en la comunidad de fe, orar por ellos. Esta es una manera de darnos a los demás y de enseñar a los niños a sentir y amar a los demás.
5. Iluminar con nuestra alegría
La Navidad no es una fecha, es un acontecimiento que produce una profunda alegría en los cristianos. Es una actitud que viene de una realidad más profunda: Dios se hizo humano para salvarnos y transformar nuestra relación con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la creación. La Navidad es un buen momento para acercar a las personas y para acercarnos a Dios. Tiempo para perdonar y ser perdonado, para cambiar las relaciones rotas entre padres e hijos, entre cónyuges, hermanos y vecinos.
En Jesús, saborearemos el verdadero espíritu de la Navidad: la belleza de ser amados por Dios y de amarnos y tambien amar a los otros.
La generosidad:
María y José iban camino de Belén. Ella iba sentada en un burro y estaba a punto de dar a luz a su hijo. Meses atrás, el arcángel Gabriel la había visitado para darle la noticia de que en su vientre llevaba al Hijo de Dios. En su búsqueda de un lugar donde pasar la noche y en donde pudiera dar a luz, varios habitantes de la zona les cerraron la puerta, indiferentes al estado de gravidez de María.
En otras palabras, la enseñanza en torno a la generosidad que deja el pesebre sería más bien que no debemos actuar como lo hicieron quienes les cerraron la puerta en la cara a María y José, y, más bien, abrirles la puerta a quienes más lo necesitan y brindar aquello que tenemos a quienes no lo tienen.
La encarnación:
En su núcleo, la doctrina de la Encarnación enseña que la segunda persona de la Trinidad, el Hijo de Dios, tomó carne humana. Juan 1:14 dice: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad.” Este pasaje del Evangelio de Juan captura la naturaleza milagrosa y misteriosa de la Encarnación: Dios convirtiéndose en hombre mientras permanece completamente Dios.
Esta doctrina sostiene que Jesucristo es una persona en dos naturalezas distintas: divina y humana. Esto no es una condición temporal, sino un estado permanente que comenzó con la concepción de Jesús en el vientre de María y continúa eternamente. En Filipenses 2:6-7, el apóstol Pablo nos dice: “Quien, siendo en naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a lo que aferrarse; más bien, se hizo nada al tomar la naturaleza de siervo, haciéndose semejante a los hombres.”
La salvación:
Nos salva y está con nosotros para siempre. Para salvarnos, Dios hizo algo asombroso. El Dios eterno llegó a ser un hombre accesible, Jesús, y vivió una vida perfecta y sin pecado en la tierra entre la humanidad caída. ¡Qué hecho tan misterioso y maravilloso! Como Dios-hombre, alcanzó a la humanidad con Su amor, misericordia y bondad. Él habló palabras de justicia y verdad para sacar a las personas de las tinieblas y traerlas a la luz. Luego, en Su cuerpo de carne y sangre, Jesús sufrió la muerte en la cruz por nuestros pecados. Él efectuó la redención por nosotros.
Pero eso no es todo. Jesucristo resucitó de entre los muertos. Cuando creemos en Cristo, lo recibimos, y Él envía al Espíritu Santo a nosotros para vivir en nosotros y estar siempre con nosotros como parte de Su plan para cumplir Su propósito eterno, la salvación de nuestra alma.
La misión de Jesús:
La historia del nacimiento de nuestro Redentor es elocuente, dentro de su humilde simplicidad no hay otra historia tan hermosa, ni que pueda conmover el alma del humilde con tal profundidad, como esta gloriosa historia del nacimiento de nuestro Redentor. No hay palabras que pueda pronunciar el hombre para embellecer, ni mejorar, ni acrecentar la elocuencia de su humildad. No importa cuántas veces se le relate, nunca se vuelve anticuada.
Tratemos de imaginarnos que estamos afuera con los pastores que cuidaban sus rebaños esa noche memorable. Eran hombres humildes que no habían perdido la fe de sus padres, y cuyo corazón no se había endurecido como el de los gobernantes de los judíos en los días del ministerio de nuestro Señor, porque si así hubiera sido, los ángeles no se les habrían aparecido con su glorioso mensaje.
Jesucristo vino a este mundo a redimirnos de la muerte física y de la espiritual. Jesucristo vino aquí para cumplir una misión definida que se le asignó antes de establecerse el fundamento de esta tierra. En las Escrituras se habla de Él como “el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” [Apocalipsis 13:8]. Él se ofreció para redimir a los hombres de la Caída que les sobrevendría por la transgresión de Adán.
La verdadera razón de la venida de Jesucristo al mundo fue, primeramente, redimir de la muerte física o terrenal a todos los hombres, la cual Adán trajo al mundo; y en segundo lugar, redimir a todos los hombres de la muerte espiritual o expulsión de la presencia del Señor, a condición del arrepentimiento y de la remisión de los pecados.
La alegría:
Hablamos de la Nochebuena porque nace Jesús y en él ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos los hombres (Tito 2,11-14). El motivo real de la celebración de la Navidad y de nuestra gran alegría es el nacimiento del niño Jesús, que nació de la Virgen María por obra del Espíritu Santo y es el Mesías, Hijo de Dios. Y este motivo pone en marcha en nuestra cultura cristiana lo mejor de nosotros mismos y los grandes valores del Evangelio que anidan en el corazón humano. Las formas de celebrarlo pueden depender de las circunstancias, pero la esencia de la fiesta es la misma. A veces los aspectos externos han podido ensombrecer lo hermoso de la Navidad, pero el fondo sigue siendo el mismo: la alegría de Jesús que nace.
Jesús es la palabra de Dios hecha carne, el que anunció con sus palabras y obras el inmenso amor de Dios a una humanidad sumida en la oscuridad, entonces y ahora, inmersa en el mal, en el egoísmo, en la envidia, en la avaricia, en la injusticia, en el desprecio de unos a otros, y su amor entrañable le llevó a manifestarse como luz para toda persona y a proclamar, con su muerte en la cruz, el triunfo del amor, del perdón, de la misericordia, del servicio a los demás, de la resistencia frente al mal y frente al pecado. Con su muerte y resurrección se hizo patente que Él es el Hijo de Dios, la palabra viva y permanente que Dios ha revelado a la humanidad, y fuente de regeneración de la vida para todos los seres humanos.
El nacimiento de Jesús
Hoy celebramos el nacimiento de este niño Jesús que es el camino concreto y accesible a todo ser humano para que, encontrándose con él, toda persona pueda salir adelante en medio de los sufrimientos de la vida. La Navidad es la fiesta que hace memoria de la Natividad de aquel niño y actualiza la esperanza a la que puede renacer toda persona. Es una realidad palpable. Es Dios hecho hombre en un niño, el niño Dios, el niño Jesús. La Navidad que cada año celebramos es el gran regalo de Dios a los hombres y mujeres de buena voluntad, que son capaces de acoger a este niño y vivir según el Evangelio.
La luz para el mundo
Ésa es la luz que ha empezado. Y ésta es, para todo ser humano, la excepcional e incomparable Buena Noticia. «Os traigo la Buena Noticia. La gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor» (Lc 2,10-11); con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. Él es el único motivo de la gran alegría de la Navidad.
Referencias:
5. https://es.catholic.net/op/articulos/75706/cat/734/jesus-el-hijo-que-me-hace-hijo.html#modal
7. https://blog-es.biblesforamerica.org/el-significado-profundo-del-nacimiento-de-jesucristo/
9. https://www.theworkofgod.org/spanish/prayers/reflexiones-espirituales-belmore.asp?page=56
11. https://www.ucalp.edu.ar/sobre-el-significado-y-el-valor-de-belen/#
12. https://biblechat.ai/es/temas/conceptos-teologicos/doctrina/que-doctrina-encarnacion/